Las edades y la muerte (Hans Baldung Grien) |
No recuerdo cuando empecé a temerle a la muerte. De hecho no estoy seguro de si hoy en día la temo. Supongo que no pienso en ello aunque reconozca la importancia de un hecho tan significativo como es el de dejar este mundo. Tampoco estoy seguro de que dejemos este mundo para ir a uno mejor o, simplemente, diferente. Tampoco pienso mucho en ello.
Con esto no quiero decir que sea un hedonista obcecado en la
búsqueda de placeres constantes sin molestarse por minucias como la vida, la
muerte, de dónde venimos o a dónde vamos. ¡Claro que me interesan esos temas! Desde
las soluciones que aportan las clásicas religiones como el judaísmo, cristianismo,
islamismo, budismo y todos los “ismos” existentes, a las nuevas fórmulas New Age
que muchas veces hace falta cogerlas con pinzas para que no se desmonten –como algunos
de los “ismos” citados anteriormente-. Simplemente no pienso mucho en ello.
Suelo pensar en lo que me rodea, en lo que puedo, en cierta
medida, descubrir por mi propia iniciativa. Suelo pensar en mi trabajo, en mi
familia, en mis amigos, mi sector empresarial, mi agenda, mi generación. A
veces también pienso en porque pienso en tantas cosas y no me puedo limitar a
trabajar y ver la televisión como el resto del planeta. ¿Acaso soy un rarito?
Podría ser.
Pienso en mis amigos y familiares, en mi hermano y mi mujer,
en mi generación. En la generación “mejor preparada de la historia” incapaz de
encontrar un trabajo en condiciones. En una generación que se ve despreciada y
castigada, cortándole las alas a un 50% de los jóvenes de este malherido país
que no pueden emprender el vuelo, dependiendo enteramente de su familia.
Jóvenes que a los 25 años están muertos en vida, apáticos, sin ganas de buscar
trabajo pues las calabazas laborales empiezan a ser más duras que las
románticas.
Todos ellos se encuentran entre la espada y la pared. Los
más valientes escapan, huyen de la perversión de este país para asentarse en
cualquier otra capital europea y tratar de remontar su mala suerte laboral. Jóvenes
cualificados, estudiantes de las mejores universidades públicas de España se
ven obligados a ejercer los trabajos más precarios sólo con la promesa de poder
emanciparse, dejar de depender de una posible dañada economía familiar y, en el
mejor de los casos, poder aportar algo de dinero a sus congéneres. Todo elloteñido con el sarcasmo, despotismo y demagogia de los dirigentes españolesdiciendo que si los jóvenes emigran es por –y cito textualmente- “instintoaventurero”.
Una genialidad, sobretodo teniendo en cuenta que Javier Arenas nos decía en
2011 “No acepto que los jóvenes tengan que emigrar a Europa para trabajar“ ¿Que habrá cambiado entre noviembre de 2011 y diciembre de 2012? Ah! Si! Para
2012 ya estaba gobernando el PP. Que discurso más camaleónico.
Pilares de la economía española. Por Kap |
La realidad de la marcha de todos aquellos jóvenes españoles
que necesitan buscarse vida es evidente, creo que no hace falta exponerla pero
haremos un breve resumen. Si eres joven y vives en España apenas tienes tres
alternativas de trabajo: el turismo, la escasa industria plagada de personal no
cualificado –mozo de almacén, torero, repartidor, etc.- o el sector servicios.
Todos ellos realmente dañados por la crisis.
Si por el contrario queremos innovar y aportar valor añadido
a nuestro trabajo, por ejemplo, emprendiendo tendremos las mayores trabas
burocráticas de toda la UE, así como el cuarto país donde resulta más caroemprender.
Para colmo, el crédito no fluye, la confianza en los jóvenes por parte del
sector bancario es completamente nula y, echando más leña al fuego, el gobierno“liberal” de los PPeros pone trabas a los pocos sistemas de financiaciónalternativos, el crowfunding –y me pregunto yo, si el crowfunding es un sistema más de financiación que puede
impulsar la creación de nuevas empresas, ¿Por qué lo regulan? ¿No están los “liberales”
PPeros a favor del libre mercado? Puede que simplemente traten de evitar que
jóvenes con mejores ideas que las suyas les puedan quitar una porción del
pastel clientelar de España, no vaya a ser que se hunda su chiringuito como un
castillo de naipes-. Entendemos pues, que si en el Reino Unido (UK) apenaspagas impuestos al emprender y el propio Estado, como tal, te da un margen de maniobra para
iniciar tu empresa, automáticamente el país da varias vueltas en I+D, empresas
con valor añadido y originalidad en servicio/producto a España. Hecho que se traduce,
innegablemente, en una mejora de la economía estatal.
Vía Vozpopuli.com |
Ellos se van ¿y a nosotros que nos queda?
Una emigración masiva de jóvenes en un país como España
puede causar demasiado daño como para contabilizarlo numéricamente. Ya no solo
hablamos de la cultura, el impulso, las nuevas ideas y la frescura que pueden
aportar estos chicos y chicas que se han visto obligados a huir del país.
Hablamos de la muerte, lenta, cruel y agónica de nuestra nación –aunque nunca
haya gustado esa palabra-.
España es un país que ha basado su economía en el turismo,
la energía –renovable o no- y la compraventa de productos de baja rotación y
alto coste de producción. Unos ejemplos básicos es la industria
automovilística, la industria naval y armamentística, los grandes
electrodomésticos como frigoríficos, aires acondicionados, lavadoras o, en
última instancia y más evidente si cabe, el sector inmobiliario. Si asumimos
que nuestra economía tiene una gran parte de su peso en bienes de tal calibre,
hemos de pensar también quien está dispuesto a consumir dichos bienes.
Los cabos sueltos empiezan a atarse, ¿verdad? Los sectores
energéticos prácticamente se basan en su consumo interno, pues las
infraestructuras de las grandes compañías energéticas dejan mucho que desear de
cara al extranjero. La industria naval se dejó caer en la época de Felipe
González y no remonta cabeza desde que China, Korea o Tailandia empezaron a
producir buques como churros. ¿Qué nos queda?
Sin jóvenes España se queda sin potenciales consumidores de
automóviles, se queda sin personas que quieran emanciparse y por lo tanto se
queda sin compradores de casas, sin compradores de lavadoras, neveras o demás
electrodomésticos. En definitiva, se queda vendida al turismo.
Un turismo que ha sido fomentado de la forma más radical. Un
turismo a toda costa. No es que España sea vista desde Europa o el resto del Mundo
como el centro cultural, histórico y artístico que es. Se ve como un país con
bebida, tabaco y droga extremadamente barata en comparación con los países de
origen de nuestros ‘visitantes’. Conseguimos pues un turismo de mala calidad,
con una falta de respeto total por el lugar visitado que va en búsqueda de una
fiesta prolongada.
Cuestión de demografía
InstitutoNacional de Estadística (INE) |
Cerramos el año 2014 con un 0,4% menos de gente que en 2013. En 2013
más de 250.000 personas emigraron de España. Generando uno de los peores
indicadores de crecimiento anual de población de este siglo: concretamente un
-0.47% de crecimiento.
InstitutoNacional de Estadística (INE) |
Actualmente nos situamos con 46,5 millones de habitantes, cifras
muy próximas a las de 2010. Entre 2013 y 2014 hemos perdido 1,2 millones de
habitantes. Y hemos de tener en cuenta que estas graficas no nos muestran a
todos aquellos jóvenes que han emigrado para buscar empleo en la Unión Europea,
pues siguen siendo ciudadanos españoles de facto.
InstitutoNacional de Estadística (INE) |
Se han reducido los nacimientos en 102.000. Mientras que
España ha perdido, entre 2013 y 2014, 500.000 jóvenes de entre 20 y 40 años. Como contrapunto podemos ver cómo
ha aumentado el crecimiento relativo en un 20% el número de ancianos de 75 a 95
años o más.
InstitutoNacional de Estadística (INE) |
Podemos ver como se proyecta la curva de inmigración/emigración.
Cada vez más personas optan por emigrar del país mientras que, con ello,
aumenta la cantidad de gente que decide no venir a España. Nos estamos quedando
en un país desértico en el que la población se encuentra asustada de tener un
hijo por lo que pueda llegar a costar –económicamente hablando- o por lo que
pueda suponerle a su hijo/hija vivir en un país enfermo como lo es España.
Alguien hará algo para cambiarlo. Digo yo, vaya.
La cosa no es tan sencilla como parece. Los ciudadanos,
aliviados por los paños calientes del gobierno y el humo que les venden
protestan cada vez menos. Según El Confidencial las manifestaciones empiezan a descender a los niveles previos a la victoria de Rajoy . Eso solo puede significar una de dos:
- O el pueblo español vive bajo el yugo de algún fármaco sedante
- O el pueblo español se ha quedado sin gente que proteste.
Las cifras son algo desalentadoras: todos aquellos que
esperen una gran movilización de la población joven que no esperen encontrarla
en la calle, seguramente la puedan encontrar en las estaciones de trenes,
autobuses o en los aeropuertos.
“Una de cada cuatro mujeres de la generación de 1970 –que cumplen ahora 42 años– acabará su vida fértil sin hijos, cuando para la generación de 1955, sólo una de cada diez mujeres no tenía hijos a los 50 años”
Hablar de revolución, de cambio sistémico, regeneración democrática o proceso constituyente –elige la tuya- sin unas juventudes claramente organizadas, informadas y que sepan que demandas tienen se hace harto complicado. A todo esto hay que sumar que la gente que se queda en España, cada vez más vieja, cada vez está menos dispuesta a aceptar una revolución pues sus medios informativos no dejan de ser las plataformas pagadas por el sistema –ya sea el gobierno de turno, partido político afín, empresa afín al partido político, etc.- por lo que su visión del conjunto de la situación es mucho más sesgada.
En un futuro hablaremos de cómo los medios de comunicación manipulan
a los telespectadores para hacerles ver solo una parte de la situación en vez
de observar, explicar y debatir el prisma completo. Mientras tanto tendremos,
en España, mayores de 55 años alimentando su ideario con propaganda televisiva
como Intereconomia, 13TV, laSexta, Antena3, Telecinco y, sobretodo, RTVE.
Parece que sólo nos queda la opción de aceptar la muerte y es algo que ahora empieza a asustarme.
Parece que sólo nos queda la opción de aceptar la muerte y es algo que ahora empieza a asustarme.
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